Resiliencia en tiempos de COVID-19: papel higiénico y diamantes Artículo de Amélie Yan-Gouiffes, experta en gestión de crisis y resiliencia, conferenciante y coach.

Estoy en una casa de huéspedes, en la cuarta ciudad más grande de Afganistán. Se parece más a la idea que me hago de un bunker: paredes inmensas, alambradas de púas, un equipo de guardias armados de Kalashnikov en la entrada.

Las mujeres con quienes voy a trabajar esta semana son altas funcionarias del Gobierno afgano y miembros del Parlamento. Son un blanco de los talibanes por su actividad en el Gobierno y probablemente por ser mujeres.

Estamos en Mazar -i-Sharif, una ciudad conocida por su mezquita azul, sus dátiles y nueces, su comercio bullicioso.

En esta formación en liderazgo, vamos a trabajar juntas la inteligencia emocional, la oratoria y el discurso personal (el elevator pitch, estos 60 segundos de presentación de sí mismas o de su empresa).

El día transcurre con una mezcla de dulzura y presión: son un grupo grande, mucho tema en pocas horas, tienen una sed enorme de hablar, compartir, obtener conocimiento y todo con traducción simultánea.

Después de cada día de formación, salimos de las salas, nos quitamos los zapatos, y nos sentamos sobre grandes literas de madera cubiertas de cojines de colores… Bebemos té, comemos nueces y granadas y luego pasamos a la cena sin cambiar de posición.

Los temas de conversación van desde música, baile, belleza, amor a los viajes, construcción de la paz, política geoestratégica, historia, etc. Pasamos del uno al otro, sobrellevando las barreras del idioma con mucha facilidad.

Es esta imagen la que me viene a la mente cuando, al principio de la crisis de COVID-19, durante mis webinars sobre gestión de crisis, cambio y resiliencia, los europeos me preguntan:

¿Qué es diferente en estos países donde viven crisis de forma crónica o repetitiva?

Son muchas las diferencias, pequeñas y grandes.

Pero la primera a la que pienso es que no van, como primera reacción, a desvalijar los supermercados o los bazares de papel higiénico. 

No tienen nuestro miedo a que falte algo, el miedo de los que tienen mucho; cuanto más se tiene, más desarrollamos el miedo a perder lo que tenemos.

Tienen este músculo de la resiliencia mucho más fuerte y preparado. Este músculo que rige nuestra capacidad de adaptación a las crisis, al cambio, a lo no planeado. Esta habilidad de reaccionar y seguir adelante, esta aceptación de lo que no pueden cambiar.

Esta resiliencia conlleva una cierta confianza en lo que son capaces de hacer y de sobrellevar.

Si me permiten ser un poco informal, confían en su creatividad y su capacidad de adaptación para limpiar traseros y otras partes, y lo último que se les pasaría por la cabeza es ir a por un cargamento de papel higiénico.

Apenas unos días de empezado el confinamiento, comencé a trabajar con equipos y líderes de empresas francesas y españolas con mi programa de coaching en resiliencia personal y corporativa y de manejo del cambio. Me conmovió tanto oír a estos profesionales tan increíbles que habían perdido la fe en sí mismos, en sus talentos y en su potencial…

Cuando escuché este sufrimiento por la incertidumbre, este dolor debido a la falta de preparación para la crisis, este desconcierto por que las cosas no pasen como tiene que ser, entendí lo del papel higiénico.

Comprendí que este papel higiénico era la expresión de una falta de confianza y una desconexión total con nuestro primer recurso: uno mismo.

Lo que llamo yo   nuestro “diamante interior”, esta suma de nuestras cualidades intrínsecas y las que hemos desarrollado, estos talentos que tenemos para ofrecer al mundo y darle brillo.

Es hora de reconectar con este diamante, trabajar con nuestros equipos para identificar el diamante colectivo y de la empresa con el fin de poder reconectar con toda la fuerza de nuestra resiliencia personal o corporativa.

Es cuando estamos desconectados de lo que somos, de la huella que vivimos y dejamos en la vida de los demás y en el mundo a través de lo que somos, que pensamos en el papel higiénico en vez de confiar en nosotras y en nuestro brillo.

¿Qué diamante se esconde detrás de tu papel higiénico?

¿Estás dispuesta a dejarle brillar?

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