Artículo de Sydney Pinoy, director de Neuroscenter. 

Internet se popularizó desde hace tan sólo 18 años, gracias a la aparición de las redes inalámbricas (Wi-Fi). Los teléfonos inteligentes (smartphones) han cambiado nuestra manera de relacionarnos, trabajar e interactuar. Estos avances han significado importantes oportunidades de desarrollo para que el mundo sea lo que conocemos hoy. Sin embargo, también han impactado negativamente en nuestras vidas, esta sobrecarga de información a la que estamos expuestos tiene consecuencias como, por ejemplo, la ansiedad.

Nuestra mente tiene la capacidad de procesar mucha información, pero los volúmenes que manejamos cada día exceden esta capacidad y producen síntomas de estrés. Según los estudios, tenemos cerca de 60.000 pensamientos al dia y casi todos son inconscientes. Nuestros pensamientos y emociones afectan nuestra fisiología. Hemos sufrido una evolución social que supera el ritmo de nuestra evolución física, es decir, nuestro cerebro no ha evolucionado tan rápido como nuestro entorno, creando desequilibrio y es nuestro trabajo a nivel personal alinearnos.

Sentirse abrumado con demasiadas cosas o tener la sensación de no tener tiempo para nada se encuentran entre las emociones más habituales que pueden afectar tanto nuestro estado de ánimo como nuestro rendimiento. El estrés, el insomnio o la ansiedad se pueden tratar mediante el Neurofeedback  que nos enseña cómo regular la actividad cerebral para conseguir un bienestar óptimo. Las conexiones entre las neuronas determinan nuestros hábitos o patrones

El desarrollo emocional y el entrenamiento cerebral son algunas de las soluciones hoy en día

Un estudio presentado en el tercer Congreso Nacional de Inteligencia Emocional Iberoamericano plantea que un alto porcentaje de la población española presenta ansiedad en grado clínico. Este estudio también expone que las personas que presentan niveles clínicos de ansiedad tienen una Inteligencia Emocional más baja y una mayor tendencia a intentar controlar sus pensamientos y a creer que preocuparse en exceso por los problemas puede tener un efecto positivo en su bienestar, lo cual es al contrario.

Desde que nacemos nuestro cerebro está sujeto al aprendizaje constante: ésta es la plasticidad cerebral, la cual depende fundamentalmente de dos factores: la edad y la experiencia vivida.

La plasticidad cerebral es máxima durante los primeros años de vida, correspondiente a la etapa del Neurodesarrollo. Posteriormente, el cerebro, al prepararse para nuevas funciones, ordena bajar esta misma plasticidad cerebral a lo largo de nuestra vida.

El aprendizaje es una cualidad imprescindible, que disminuye con la edad. Sin embargo, puede aumentar, con un esfuerzo activo del aprendizaje, como por ejemplo, aprender un nuevo idioma o un nuevo instrumento musical.

Al aprender, nuestro inconsciente se llena de información y poco a poco construye nuestra personalidad psicológica y emocional. Esto constituye el 80% de nosotros y recuerda absolutamente todo lo que hemos vivido. Esta misma elasticidad cerebral forma lo que somos hoy con sus lados positivos y negativos.

Los profesionales nos enseñan a identificar, a aprender y desaprender lo que nos servirá o no nos servirá en esa etapa de evolución. Nos ayudan a poder evolucionar sin estar limitados por propias creencias creadas por esa misma plasticidad cerebral.

Las situaciones cotidianas nos pueden hacer encontrar bajo mucha presión psicológica, por ejemplo: exámenes, negociaciones, relaciones personales, situaciones laborales, etc. Esta presión experimentada en un primer plano psíquico, en muchos casos pasa al plano físico y se manifiesta con diferentes síntomas. Cuando somos incapaces de atender esta llamada emocional, inevitablemente nuestro cuerpo sufre.

¿Soluciones?

Hoy en día existen diversas herramientas que nos ayudan a entender de dónde proceden estos síntomas. Los métodos evolucionan, integrando técnicas tradicionales con herramientas actuales provenientes de otras disciplinas, como la Neurociencia. Estas se focalizan en el problema y actúan con mayor efectividad.

Las terapias avanzadas rompen con la idea de que una terapia debe ser lenta y extensa. Por ejemplo, el EMDR, un abordaje psicoterapéutico que trabaja sobre el propio sistema de procesamiento del paciente, nos demuestra que podemos ver resultados efectivos en un tiempo relativamente corto.

También similar, el NEUROFEEDBACK , es una terapia que nos enseña a regular y modificar selectivamente determinados parámetros de nuestra actividad cerebral. Esta última, llamada también el gimnasio del cerebro, nos permite incrementar nuestra capacidad de aprendizaje y llegar a etapas de plasticidad cerebral tales como en la adolescencia o en la niñez, en las cuales podremos integrar mucho más rápida y fácilmente.

Así como el entrenamiento físico funciona preventivamente contra el envejecimiento físico y supone una mejora de la salud en general, igual sucede con el entreno cerebral. Esta actividad ayuda a prevenir un envejecimiento precoz y a moderar la velocidad de la decadencia cognitiva, ya que se ha demostrado que el aprendizaje es una reserva cognitiva poderosa para nuestro cerebro.

La técnica del neurofeedback fue desarrollada a través de diversas investigaciones iniciadas por el descubrimiento de las ondas cerebrales por Hans Berger en la década de 1920 con el primer electroencefalograma (EEG). Es una terapia no invasiva, que actúa de modo directo sobre la función cerebral provocando una eficacia efectiva que se mantiene con el tiempo.

El neurofeedback aporta un trabajo cerebral en  cada entrenamiento fomentando unas conexiones más fuertes o ayudando a crear nuevas redes sinápticas en diferentes áreas cerebrales aportando una mejoría cognitiva. De esta forma, el neurofeedback es la clave para dirigir nuestro cerebro al crear nuevas rutas neuronales y fomentar el proceso de aprendizaje.
Estas terapias trabajan sobre un objetivo final muy concreto: el bienestar psicológico, físico y emocional de la persona. A través del equilibrio de estos tres, logramos experimentar emociones y estados como la felicidad, satisfacción y claridad.

Todos podemos beneficiarnos de un entrenamiento cerebral, niños, adultos y tercera edad. Gracias a la tecnología del neurofeedback para entrenar el cerebro podemos potenciar nuestras habilidades y competencias.

Sin embargo, los mayores beneficios son percibidos por personas que sufren o experimentan alguna patología o trastorno, como son el estrés o la ansiedad, dificultades para concentrarse o mantenerse enfocados, insomnio y depresión. También se pueden tratar adicciones consiguiendo cambiar patrones de comportamiento hacia las sustancias. Otros casos son traumatismos craneales, ictus, epilepsia, enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer y Parkinson, trastornos del desarrollo infantil y autismo; cada uno siguiendo un protocolo especial.

Por otro lado, también existe lo que se llama Peak Performance, con deportistas de alto rendimiento como golfistas y tenistas y también con empresarios con el objetivo de mejorar las tomas de decisiones y fluidez en el trabajo.

En resumen, estar en equilibrio, nos permite ganar la fluidez y tomar decisiones que no fuimos capaces de tomar antes. ¡Una nueva perspectiva hace toda la diferencia!

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