Artículo de Dra. Marina Geli Fàbrega, médica especialista Medicina Interna-Infecciosas. Directora General Facultad Medicina Universitat Vic-Central de Catalunya, y presidenta del Comité científico Women Evolution.
La perspectiva de género en las políticas sanitarias y en salud pública es imprescindible para orientar las acciones a la calidad y a la equidad. Hace falta analizar con rigor la pandemia del virus SARS-CoV2 con esta perspectiva.
La revista científica The Lancet alerta de esta necesidad con rigor. También en relación con los liderazgos femeninos tanto a nivel familiar, empresarial o político.
Los 17 objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y la Agenda 2030 nos obligan a la mirada de género. Cabe profundizar en las diferentes políticas de los estados en relación a la pandemia. Noruega, Finlandia, Islandia, Nueva Zelanda, Alemania, Taiwán tienen mujeres liderando los gobiernos y con mejores resultados.
Las mujeres tienen mayor esperanza de vida. En el mundo es de 74 años y de 70 los hombres. En España es de 86 años para las mujeres y la de los hombres es de 83 años. Las mujeres viven más, pero con peor salud. La morbilidad es superior entre mujeres. Además, las enfermedades de mujeres mayores son menos visibles, estudiadas y publicitadas que la de los hombres.
El sexo, el género y los determinantes sociales condicionan las diferencias de salud entre hombres y mujeres. Hay poca investigación en salud con perspectiva de género.
La biología condiciona una parte de la salud a lo largo de la vida. Los estrógenos protegen de los factores de riesgo cardiovasculares hasta la menopausia. Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte entre las mujeres. El sexo femenino condiciona la alta prevalencia de enfermedades inmunológicas y reumáticas. El dolor crónico es habitual entre las mujeres. Los problemas mentales son más frecuentes en mujeres, pero probablemente hay infradiagnóstico entre los hombres. Hay más suicidios consumados en hombres. Casi un tercio de las mujeres sufre alguna forma de maltrato.
El tabaquismo y el alcoholismo eran más frecuente entre los hombres hasta las últimas generaciones. La cultura tiende a igualar las conductas de riesgo.
Muchas mujeres en el mundo no tienen acceso a sistemas de salud de calidad. Cada día fallecen más de 800 mujeres por causas prevenibles durante el embarazo y el parto.
Las mujeres deben conocer sus factores intrínsecos i exógenos de vulnerabilidad y de resiliencia que van a condicionar su salud.
La mirada de género en la pandemia de SARS-CoV2 nos aporta observaciones interesantes. Según los datos publicados, mujeres y hombres parecen infectarse igual. Es necesario analizar por sexos las diferencias en cohortes poblacionales de seroprevalencia. Probablemente, ha habido muchas mujeres mayores infectadas y fallecidas en residencias geriátricas. La mayoría de profesionales sanitarios y de primera respuesta social son mujeres y han sido los trabajadores más vulnerables a la infección.
En Corea del Sur el 61% de las persones con el virus son mujeres y el 54% de los fallecidos son hombres. Las diferencias de mortalidad entre hombres y mujeres con COVID-19 varían según los estados. Poca diferencia de mortalidad entre sexos en Noruega, Canadá, Australia o Alemania. Casi el doble de mortalidad entre los hombres con COVID-19 en España, Italia, Bélgica. Las enfermedades respiratorias graves son habitualmente más frecuentes entre los hombres. La mortalidad por gripe, por neumonía o infecciones respiratorias agudas o crónicas es entre el doble o triple en hombres.
Cabe evaluar los efectos del confinamiento/desconfinamiento en clave de género. Ser mujer es un factor de vulnerabilidad o de resiliencia?
Las mujeres son habitualmente las cuidadoras familiares y durante el confinamiento han sido el factor clave de resiliencia. Han compaginado cuidados, soporte docente a los niños y adolescentes, y, en muchas ocasiones, trabajando en profesiones esenciales (sanitarias, sociales, sector de la alimentación) o tele trabajando. Una parte de ellas víctimas de maltrato. Las mujeres invierten más tiempo cuidando que en su cuidado.
Ahora deberemos de dar soporte emocional diferencialmente a las mujeres que han sido trascendentales en la etapa de confinamiento.
Ahora, además, muchas de ellas temen perder sus trabajos o sus negocios. La superación de la crisis económica secundaria a la sanitaria puede tener mayor impacto en las mujeres, que ya tienen menores oportunidades habitualmente que los hombres.
Hace falta potenciar los factores de resiliencia para mejorar su propia salud y ser dueñas de sus vidas.
Hace falta liderar cambios del modelo socio económico que sean sostenibles y favorables a la equidad de género.
También te puede interesar leer: