Artículo de opinión de Carmen Poveda, directora de Análisis Económico de la Cámara de Comercio de Barcelona
Pensar que la pobreza femenina disminuirá solo con la recuperación económica es uno de los primeros convencionalismos que debemos romper. La tasa de riesgo de pobreza -medida como el porcentaje de población que tiene unos ingresos inferiores al 60% de la mediana– es sistemáticamente superior en las caso de las mujeres a lo largo del periodo 2003-2016 (con excepción del 2013) y, además, tiene un menor carácter cíclico.
La razón es que los hombres tienen una mayor vinculación con el mercado laboral, por tanto están más sujetos a lo que pueda pasar con la economía, mientras que la raíz del problema de la pobreza femenina es sobre todo estructural y tiene que ver directamente con la desigualdad que sufren cuando son madres tanto en el ámbito remunerado como en el del cuidado. Esto nos lleva a pensar que posiblemente la tasa de pobreza femenina seguirá enquistada entorno al 20% donde se ha mantenido de media los últimos 12 años -por tanto, afectando a una de cada cinco mujeres- mientras que la masculina podría reducirse los próximos años hasta alcanzar los niveles precrisis, alrededor del 16%.
El segundo convencionalismo que hay que romper es que la tasa de riesgo de pobreza en nuestro país es superior a la europea. De hecho, la mayor tasa de pobreza en Catalunya (y España) en comparación con Europa se da solo en los hogares que tienen hijos, ya que la tasa de riesgo de pobreza de losque no tienen hijos es incluso inferior en Catalunya que en la Unión Europea. Esto demuestra las escasas ayudas y servicios de apoyo a las familias con hijos pequeños que hay en nuestro país, un hecho paradójico si tenemos en cuenta que estamos a la cola de Europa en tasa de natalidad.
Familias monoparentales
El colectivo de mayor vulnerabilidad económica son las familias monoparentales (78% de las cuales están formadas por madres), con un riesgo de pobreza del 40%, el doble que una familia formada por dos adultos. Estas mujeres, aunque tengan algún tipo de cualificación, tienen dificultades para encontrar un trabajo compatible con el cuidado de los hijos, lo que las obliga a elegir un empleo de perfil ocupacional más bajo, generalmente con jornada reducida y con una remuneración más baja. La vulnerabilidad económica de estas madres se traduce a su vez en una elevada pobreza infantil.
Las administraciones públicas tienen que luchar contra la pobreza con medidas “preventivas”, es decir, hacer frente a la discriminación que sufren las mujeres en el ámbito laboral y de cuidado. Por ello, las acciones prioritarias que proponemos son: una mayor racionalización de los horarios laborales, la ampliación de los permisos de paternidad intransferibles y obligatorios, la eliminación de la brecha salarial y la gratuidad de los servicios públicos de cuidado de niños y personas mayores.
Estas son algunas de las conclusiones de la ponencia sobre ‘La pobreza femenina como resultado de la desigualdad de género’ que presento, conjuntamente con Anna Mercadé, directora del Observatorio Mujer, Empresa y Economía de la Cámara de Barcelona, en el Congreso de Economía que se celebrará este mes de mayo.
Fuente: Elperiodico.com