Artículo de Laura Mª Molla Enguix, abogada, socia fundadora de GMR Management y apasionada de la lectura y del placer de escribir.
Nuestra mente racional, necesita encontrar una explicación a nuestros comportamientos.
Cada paso, cada movimiento, cada actuación, debe tener una lógica, para justificar, ante el mundo su por qué.
¿Y si cambiáramos la pregunta? ¿Y si, en lugar de por qué, nos planteáramos el para qué?
La respuesta sería distinta, y, por lo tanto, no solo encontraríamos esa afirmación que el exterior necesita, sino que también la respuesta para nosotros mismos.
Si tuviera que contestar a mi para qué, con una frase, me quedaría con la que leí recientemente, atribuida a Elisabeth Kübler-Ross: “Aprende a conectar con el silencio que albergas en tu interior”
Hace seis años, publiqué mi primera novela, “Vanitas Vanitatum”. A lo largo de las entrevistas que me realizaron con su promoción, me preguntaron por qué escribía.
En aquellos momentos, encontré la respuesta adecuada, pero, sin embargo, hoy me doy cuenta de que no era la respuesta útil para mi. Esa respuesta la he encontrado a lo largo de estos años, cuando no he sido capaz de publicar las otras dos novelas que llevo escritas.
Escribir por placer, esa es mi respuesta.
Empecé a escribir historias, reales o de ficción, a los ocho años. Con los años, le sucedieron los artículos jurídicos, propios de mi profesión de abogada, y en 2013, me aventuré a plasmarlos en un blog y en publicaciones propias del sector.
Ese verano del 2013, la inquietud de las reformas laborales que se estaban llevando a cabo como consecuencia de la crisis económica iniciada en 2008, me llevaron a construir una historia de ficción alrededor del sector de la abogacía, ambientada en el derecho laboral, al no encontrar precedentes de otras novelas que se basaran en este ámbito del derecho. El derecho penal suele ser más jugoso para construir un thriller jurídico.
Esa inquietud personal y el mero placer de la escritura hicieron el resto, hasta hilvanar una historia que me permitiera evadirme de la realidad, al menos, durante unas horas.
Nunca pensé en publicar, pero el entusiasmo de mi lector beta me llevó a dar el salto.
La experiencia de tener en tus manos tu obra en papel, te sumerge en una nebulosa de irrealidad. Observas tu vida desde fuera, como un mero espectador, y te olvidas de tu para qué, para centrarte en el por qué.
En esa nebulosa continué escribiendo. De hecho, tengo dos novelas a medio terminar y un manual técnico que tampoco he conseguido finalizar. Me olvidé de mi “para que”
Leí mucho sobre técnicas de escritura; aprendí lo que era el escritor de mapa y el escritor de brújula, intentando identificarme con alguno de ellos. Y me olvidé de lo importante.
Nos gustan las etiquetas, las explicaciones racionales. Buscamos entender qué nos impulsa a adoptar determinadas decisiones en la vida. Nos gusta la comodidad de sentir que encajamos en algún lugar.
¿Y si nos dejamos llevar? Si, simplemente sentimos, fluimos con la escritura. Es en ese momento cuanto entiendes que escribir por placer es aquello que da sentido a las palabras, aquellas que hilvanan frases y que construyen historias.
Son las inquietudes personales las que te llevan a plasmar pensamientos sobre el papel. Publicar o no publicar, no es la decisión que mueve tus actos, es el placer de dejarte llevar, el que permite dar forma a las historias, los artículos o los manuales técnicos.
Esa es la respuesta a la pregunta ¿qué te llevó a dar visibilidad a tu faceta de escritora? El placer de dejarme llevar, de fluir con la pluma y volar con las palabras.
El hecho de entender que es más importante disfrutar del proceso, que de la novela o el artículo en si mismo.
Que una vez sale de mis manos, la historia deja de pertenecerme, y el lector puede dar una interpretación diferente a la que yo pretendiera darle. Así que, ¿por qué aferrarse a ella?
Disfrutar del proceso es aquello que te mueve a crear historias nuevas. Disfrutar del proceso es, simplemente, el placer de escribir.
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